¡Que levante la mano quien no siente seguridad cuando controla las cosas!
Quien más o quien menos, todos caminamos en el día a día por el camino del querer controlar nuestro entorno. Nos da seguridad y tranquilidad. Nos sentimos poderosos frente a lo que nos pueda venir.
Pero, ¿qué pasa cuando perdemos esa sensación de control? Crees dominar la situación pero, finalmente, puede que sea al revés cuando te ves desbordado, inseguro e intranquilo. Es en este punto donde esta “necesidad” se convierte en algo peligroso y dañino. Es básico aceptar y comprender que muchas cosas y personas se escapan de nuestro posible control. Hay cosas que suceden por puro azar y no podemos más que dar lo mejor de nosotros mismos llegado el momento. Tampoco podemos ejercer sobre los demás la exigencia de que respondan como a nosotros nos gustaría. Debemos aceptar que:
– Cada cual solo puede controlar sus ideas, pensamientos y acciones. No podemos llegar a los de nadie más. No es justo que nos frustremos, angustiemos, agobiemos o enfademos cuando no obtenemos de los demás lo que en el fondo, les estamos exigiendo.
Un gran antídoto: probar nuevas cosas es algo maravilloso, ¡no debemos tener miedo a lo desconocido! Descubrirás nuevas parte de ti mismo, ¿te las vas a perder?
Deja que salgan y hagan de ti una persona más espontánea y natural.